Hoy os quiero contar la etapa más complicada y más dura de mi vida. Ya me queda poco para nacer y mi madre nota pocos movimientos y siente que algo no va bien, que algo está pasando, aunque aparentemente todo está bien. Por fin nazco, los primeros días son normales y nada hace pensar lo que vino después. A los pocos meses mis padres notan que tengo muy poca movilidad, que tengo problemas de alimentación, no gateo y que voy hasta tres y cuatro veces a la semana al pediatra. En una de esas visitas me derivan al neurólogo para hacerme pruebas y los resultados son terribles: dicen que tengo una cosa rara llamada distrofia muscular, pero no le saben poner nombre. Esto supone un largo peregrinaje por más de 8 hospitales, 25 especialistas… Imaginaos el cambio de vida tan radical que sufren mis padres y mi familia. Se les cae el mundo encima, pensando que no pasaba de esa noche, aunque siempre con la esperanza y el optimismo que les caracteriza. Con 7 años...